Que el avance tecnológico y el auge de la informática no afectan el gusto por lo sentimental, es un hecho indiscutible. Vender romanticismo de alto vuelo sigue siendo un negocio redondo para Laura. Colchas floreadas en varios tonos, cataratas de volados, cubiertas acolchadas para teteras, papeles impresos que parecen más adecuados para escribir cartas de amor que para decorar paredes, se venden todavía con entusiasmo desde San Francisco hasta Singapur, desde Milán hasta Melbourne.
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